Esa sonrisa que no podemos ocultar cuando leemos un mensaje romántico, las lágrimas que se nos vienen al escuchar un discurso conmovedor o el intenso dolor que podemos sentir cuando alguien nos ha insultado…
Las palabras tienen un gran efecto en nuestro estado emocional, para bien y para mal. Se ha encontrado en experimentos neurocientíficos que cuando escuchamos o pensamos palabras negativas se liberan en nuestro cerebro hormonas asociadas al estrés y la ansiedad. Por otro lado, al escuchar o pensar palabras positivas se generan funciones cerebrales que activan la motivación y nos llevan a la acción.
Las palabras nos acompañan todo el tiempo, su presencia más constante se encuentra en nuestro diálogo interno. Esa voz propia dentro de nuestra cabeza que escuchamos todo el tiempo, en forma de pensamientos, que determina en buena medida nuestra realidad.
Este diálogo se forma a partir de nuestras creencias e ideas que tenemos sobre nosotros y lo que nos rodea. Por medio de él interpretamos y procesamos las experiencias del día a día.
Teniendo esto en cuenta, vale la pena detenernos a pensar, ¿cómo nos estamos hablando a nosotros mismos?, ¿cómo reflejo ese discurso en los demás?
Si te detuviste a responder estas preguntas, ya diste el primer paso para tener un diálogo interno que juegue a tu favor. A continuación, te comparto algunas otras estrategias:
1. Pon atención a tus pensamientos y, si detectas negatividad en ellos, cuestiónalos. Los pensamientos negativos suelen exagerar y generalizar situaciones (“siempre a mi”, “nunca será igual”, “tengo pésima suerte”), así que somételos a juicio.
2. Identifica en qué situaciones o con qué personas viene a ti ese diálogo interno negativo. Así tendrás más claro cuando es momento de cuestionar y derribar esas palabras.
3. Rodéate de personas p
ositivas: Nuestro diálogo interno se retroalimenta de nuestro entorno.
4. Deja que el poder de las palabras positivas influya en ti durante tu día. Activa recordatorios en tu celular con afirmaciones positivas o escríbelas en post-its que puedas ver frecuentemente.
Cambiar nuestro diálogo interno requiere de constancia, ¡empieza hoy con el primer paso!
Commentaires